Llora mucho, moja la cama o tiene un apego exagerado a mamá o papá, entre los síntomas de estrés infantil. Aprende a detectarlo y a aliviarlo.
El estrés moderado puede ser positivo tanto en adultos como en niños y adolescentes, pues ayuda a resolver retos y necesidades que se van presentando en la vida. Sin embargo, cuando el menor comienza a presentar conductas negativas como: mojar la cama (cuando ya controlaba esfínteres), llorar fácilmente, tener dolor corporal sin causa aparente o incluso manifestar un apago excesivo y controlador frente a los padres, significa que él sufre estrés negativo.
Para la psicóloga Maricela Fonseca Analco, psicóloga conductivo conductual y experta en el manejo de emociones infantiles, no todo debe estresar excesivamente a los niños o adolescentes, puesto que «hay situaciones que son parte del desarrollo humano y son denominadas ‘acontecimientos vitales’. Entre ellas: la transición de la niñez a la adolescencia, el cambio de escuela, la muerte de un familiar o amigo y, por supuesto, la cuarentena por coronavirus».
El llamado estrés positivo nos ayuda a resolver situaciones esperadas o inesperadas con éxito, pues nos da confianza, creatividad, determinación y entereza. No obstante, hay un estrés negativo, que ocurre cuando la tensión emocional no cesa, por el contrario, es constante, progresiva e incapacitante.
Señales de que tu hijo tiene estrés en exceso
Las manifestaciones de estrés son muy variadas y dependen del nivel de desarrollo madurativo del niño para expresar lo que le está pasando, varían de acuerdo con la edad del menor. Entre las señales más comunes se encuentran:
* Llanto constante e injustificado.
* Conductas regresivas (hablar como bebé, no querer caminar por sí mismo, buscar el biberón, por ejemplo).
* Apego exagerado a los padres.
* Mostrarse exigente y controlador.
* Tener alteraciones de sueño.
* Manifestar dolor corporal de origen inexplicable.
* Tener poca hambre o, por el contrario, excesiva y a toda hora.